Vámonos de viaje

Estaba yo trabajando en mi escritorio, de lo más normal y tranquila, y en eso me llega una notificación de WhatsApp:

Bueno y como yo soy muy difícil de convencer, mi respuesta fue:

Así que compré el boleto y me fuí en el vuelo de Barcelona a Amsterdam a las 7:00 de la mañana del sábado y regresé en el vuelo de las 21:20 el domingo. Cuando llegué a casa, estaba muerta de cansancio pero muy feliz por un fin de semana tan intenso y divertido.

Mi querida amiga es una experta organizando viajes así que dejé todo en sus manos. Ella se encargó del hotel, los restaurantes y los paseos. He tenido la fortuna de estar muchas veces en Amsterdam y mis únicas prioridades eran: el Museo de Anna Frank y hacer el paseo en bote para recorrer la ciudad a través de sus canales.

El transporte público

Cuando llegué a Schiphol, ya tenía claro que tomaría el tren al centro de la ciudad. La ventaja de una ciudad como Amsterdam y su gente, es que a pesar de que no sé ni papa de holandés, el sistema de transporte es “bastante” intuitivo y el 99,9% de la gente habla muy bien inglés, yesss!

Una vez en el aeropuerto, hay que ir hacia la zona central (donde está la entrada principal) y allí están los accesos a los trenes. En las máquinas, se puede comprar un ticket hacia Amsterdam Central Station y bajar hacia los andenes donde las pantallas van indicando le destino y hora de los próximos trenes. El viaje toma unos 15-20 minutos.

Una vez allí, Google me había dicho que tenía que tomar el Metro hacia la estación más cercana del hotel donde teníamos reservación. Así que salí de Amsterdam Centraal y me dirigí hacia la entrada del Metro que está a pocos pasos. Bajé con la intención de repetirla operación: comprar un ticket que me llevara hacia mi estación de destino. Pero en este caso, la intuición no me funcionó tan bien y tuve que preguntar a un trabajador, quien amablemente me informó que con solo pasar tu tarjeta de crédito o débito por los torniquetes, ya puedes acceder a los andenes. Dios mío, qué éxito.

Así fue, accedí a los andenes y tomé el Metro hacia la estación De Pijp.

Salí y caminé en dirección al hotel, por la Ferdinand Bolstraat y luego doblé la esquina en Albert Cuypstraat donde había un mercado lleno de paradas y de gente. Un sitio muy animado por el mercado que está a lo largo de varias calles. No había paso de tram ni de carros, solo gente caminando y, muchas bicicletas, (por supuesto).

La ciudad

Todas las veces que he ido a Amsterdam, tengo la misma sensación de llegar a un set de película surrealista. Es una ciudad muy densa, llena de gente venida de todas partes del mundo, con una arquitectura muy peculiar de edificios estrechos y antiguos, tratando de sobrevivir a las inclemencias de la naturaleza y la diversidad cultural, sin perder su esencia.

Caminando por esas calles, me tropecé con un hermoso café lleno de cosas deliciosas como estas:

Por supuesto que entré, bebí café más de una vez y tuve que hacer de tripas corazón para no comer todo lo que había allí. Un sitio muy bonito con excelentes productos y buena atención. Sólo dije Morgen y lo demás pude pedirlo en inglés. Si pasan por allí, no se lo pierdan Bakken Met Passie en Albert Cuypstraat 53.

Una vez la cafeína hizo su efecto, caminé hasta el hotel que estaba a media cuadra. Había quedado de encontrarme con mi amiga en el lobby del hotel. El Sir Albert es un design hotel de la cadena Marriott. Un hotel muy bonito, muy caro y con habitaciones bien decoradas pero no del todo confortable. La cama era muy cómoda pero el espacio super reducido. Teníamos las maletas tiradas en el suelo porque no había sitio para ponerlas y solo había un mini armario con espacio para colgar un par de cosas y ya.

Eso sí, muy bien ubicado. Cerca del Metro, del Tram pero sobre todo para caminar y descubrir la ciudad. Me encantó la opción de alquilar las bicicletas con ellos. Es realmente práctico y las bicicletas son de buena calidad.

Algo que no pudimos hacer fue visitar museos. Todo estaba agotado. Me tuve que quedar con las ganas de visitar el Museo de Anna Frank así que dedicamos la tarde a recorrer el centro de la ciudad y tomar fotos casuales. Aquí dejo algunas.

Cenar en Amsterdam

Después de tanto caminar, decidimos regresar al hotel a hacer un break antes de ir a cenar. Después de estar despierta de desde las 4:30 de la mañana y 15 mil pasos, el descanso me cayó de perla. A las 8:30 pm teníamos reserva en el restaurant MOMO.

Definitivamente, Momo es un restaurante ecléctico. Es una mezcla de bar, lounge, música a todo volumen, restaurante con menú asiático-fusión de calidad intermedia. Gente fashion, casual, en un salón totalmente abierto donde se combina la barra de cócteles, las mesas para cenar, la cocina en pleno funcionamiento y gente moviéndose de un lado a otro. Lo recomiendo más para dejarse ver y beber un par de cócteles que para gastarse 80 euros en una cena.

Después de masacrar la tarjeta de crédito, salimos de allí y nos dirigimos a un sitio con un ambiente totalmente opuesto: The Cave Club

Solo dejaré algunas fotos como evidencia. Puro rock’n roll!

Paseo en bicicleta

Al día siguiente, el plan era pasear en bicicleta. Plan impelable en Amsterdam. Domingo es un día ideal porque hay menos tráfico de Trams y de carros. Desde el hotel nos fuimos hasta el Vondelpark. Un parque precioso que hay que visitar y recorrer completamente en bici. Es una delicia. Me encantó.

De allí nos fuimos a comer al De Kas. Fuimos en bici y fueron unos 6 kilómetros más o menos. El restaurante está en medio de un parque. El entorno es precioso y cosechan sus propios vegetales. Es un restaurante de comida orgánica deliciosa, fresca y original. La atención excelente.

Después de nuestra plácida comida, nos regresamos al centro de la ciudad. Teníamos reservación a las 4:30 para dar un paseo en bote por los canales de Amsterdam. Dejamos las bicis en la zona del Museo de Anna Frank y como teníamos algo de tiempo antes de zarpar, decidimos dar un paseo a pie. Todas las tiendas y los bares estaban abiertos. Mucha gente caminando de arriba abajo. El clima era excelente.

Paseo en bote

Tomamos el tour en bote con queso y vino. Este es otro plan que no hay que saltarse por ningún motivo. Se puede ver la ciudad desde otra perspectiva y es muy agradable.

El regreso

Después de un paseo de una hora donde explican las curiosidades más relevantes de la ciudad y su arquitectura, acompañados de quesitos holandeses y vino, regresamos al hotel en bicicleta y me preparé para mi vuelo de regreso a Barcelona. Viajé por Vueling. Vuelo directo de unas 2 horas y 20 minutos de duración.

Fui a Schiphol tomando el intercity. 10 minutos desde Amsterdam South. Mi vuelo tenía retraso pero me lo tomé con calma. Aterricé en Barcelona a las 23:50. Había dejado mi carro en el parking del aeropuerto con tarifa especial de fin de semana. Todo perfecto. Llegué a casa, tomé una ducha y a dormir. Gracias Amsterdam por los buenos momentos.

Tips

Cosas a tomar MUY en cuenta en un viaje a Amsterdam:

  • Revisar el pronóstico del tiempo.
  • Reservar visitas a los museos con antelación
  • Llevar zapatos muy cómodos
  • Preparar las rutas en bicicleta
  • Contar con un buen saldo en la tarjeta de crédito

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