Pasamos buena parte de nuestra vida adulta, rumiando sobre cosas que hemos podido hacer mejor, decisiones equivocadas o preguntándonos, si la vida que tenemos podría ser mejor. Esto nos mete en una espiral de frustración que nos llena de impotencia, inseguridades, y hasta la depresión.

Muchas veces nos sentimos poderosos, capaces de obtener todo lo que deseamos y que somos responsable de nuestro destino. Luego aparece una pandemia o una guerra, con consecuencias que no somos capaces de controlar. Allí es cuando nos derrumbamos y sentimos que ya no podemos más. Situaciones y/o personas que aparecen en nuestra vida y nos hacen sentir verdaderamente inútiles.

La Ansiedad

Ante hechos complejos como enfermedades, accidentes, guerras, recesiones económicas o meteoritos, parece muy poco lo que podemos hacer. La frustración, la devastación, la rabia, la tristeza o la soledad son solo algunos de los sentimientos que algunos de estos hechos nos generan.

Existen otras situaciones menos catastróficas pero que nos afectan tanto como si se fuera acabar el mundo. Sentimos que el mundo se nos viene encima o que definitivamente, es más grande que nosotros mismos.

Lo que sí parece que podemos controlar es la forma en como estas situaciones nos afectan. Pero claro, esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo, sin duda. Pero si nos hacemos conscientes de que al final, ni se va a acabar el mundo ni ninguna situación es más grande que nosotros mismos, la situación hasta podría mejorar. Sin embargo, nuestras emociones son tan abrumadoras que no sabemos cómo controlarlas y nos dejamos arrastrar por una ola de miedos y inseguridades.

Aguantando la mecha

Aún no sé cómo controlar la lluvia de emociones que sentimos ante situaciones aparentemente negativas, solo estoy aquí escribiendo tratando de hacer catarsis y ver si encuentro un camino hacia la paz mental. Una de las mejores tácticas es dedicar tiempo a nosotros mismos. Escuchar música, la lectura, realizar actividades físicas y conversar con personas cercanas son algunas de mis preferidas y me ayudan a desconectar.

Me parece que lo más importante es cambiar el foco y no dejar que la mente rumiante nos conduzca por el camino de la locura y la desesperación.

La técnica surf

El otro día vi un video en Tik Tok de un chico que comentaba que en la vída había que aplicar la técnica de los surfistas. Los surfistas están conscientes de que pueden remontar una ola y llegar al tope mientras la van surfeando divinamente, y que segundos más tardes, la ola se estrellará y ellos podrían caer y ser arrastrados por el mar. Y esperar a que venga la próxima ola. Es decir, ellos saben que no estarán en el tope de la ola eternamente y que la diversión se trata, efectivamente, de jugar con las olas que llegan, rompen, desaparecen y vuelven a aparecer.

Así que cuando tengo ganas de salir corriendo para no volver, me digo: voy a escuchar más música, leer más libros, escribir más entradas en el blog, planificar un viaje, correr más, conversar más, pero sobre todo, rumiar menos!!!

Volver a lo básico

Enfrentarse a nuevos retos puede ser super motivante pero también extenuante. Perdonar nuestros propios errores, eliminar sentimientos de culpa, controlar el perfeccionismo, aumentar la autoestima y pensar con claridad son clave para seguir adelante ¿cómo? aprendiendo, escuchando, observando y enfocándose en los objetivos.

Y como dice Nick Cave: Who cares, who cares what the future bring?


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